Una de las mayores sorpresas que se lleva el visitante neófito en el budismo Theravada de Tailandia es esto…
Dejame que te explique…
Llegas a cualquier templo y lo primero que te sueles encontrar es el sonido de un altavoz que está impartiendo enseñanzas (si no hay algún monje que lo haga en directo). Miras alrededor y localizas a los monjes que están rezando o al que está hablando.
Te acercas y…
Descubres que los monjes que creías estaban haciendo alguna ceremonia no están vivos; son reproducciones en cera de antiguos maestros que vivieron en ese templo y son reconocidos como grandes predicadores o maestros del Dharma.
Hasta que no estás lo suficientemente cerca, y la postura de la estatua no es lo suficientemente explicita, es muy difícil diferenciar si es un ser vivo o uno inerte.
Tuve ocasión de ver fotografías de estos maestros en vida y el parecido es sinceramente.. asombroso.
El nivel de detalle es extremo.
En esta figura en concreto, hasta que no estuve a cerca de un metro de distancia, y debido a la penumbra de lugar, creía que era un monje en estado de meditación profunda..
Dependiendo de lo famoso que sea el templo, y la cantidad de “Adeptos” que tenga, las figuras son de mayor o menor calidad, porque evidentemente el coste de crear estas reproducciones es alto y costoso.
Este templo es un templo alejado dela capital, en una población que vive de un mercado flotante cerca del rio Dammoen Saduak y por lo tanto con una capacidad económica muy limitada.
En otro post os mostraré algunas estatuas de la ciudad de Chiang Mai donde es muy complicado a 2 metros de distancia reconocer si es una figura real humana o no.
En estas por ejemplo en los detalles mas pequeños se notaba que la manufactura no era la mejor (dentro de la maestría y perfección que cualquiera de ellas desprende)